
Aunque faltan poco menos de seis meses para las presidenciales, una cierta sensación de miedo ya recorre los pasillos de la Casa Blanca. La pandemia por el coronavirus se ha convertido en el legendario 'cisne negro' —un suceso sorpresivo de gran impacto socioeconómico— que podría dar al traste con la hasta ahora cantada reelección de Donald Trump.
Las encuestas no le son nada propicias a Trump.
Según la empresa demoscópica Gallup, el índice de aprobación de Trump ha caído seis puntos porcentuales desde mediados de marzo a mediados de abril. Ahora se sitúa en el 43% cuando estaba entonces en el 49%. Es el descenso más pronunciado que afecta a Trump en los tres años que lleva al frente del país. Y esa tendencia claramente perjudicial se inclina mucho más cuando se pregunta a los ciudadanos su valoración de la gestión de la crisis sanitaria.
La misma encuesta revela que hay una impresionante caída en el nivel de satisfacción del público estadounidense por el estado actual de las cosas. Un número que por lo general está atado al desempeño del primer mandatario.
Biden podría afianzar esa importante diferencia numérica. Depende de los pasos que tome. Y de que no dé ningún traspié, algo más complejo. Dentro de poco tiempo tendrá que decidir quién será su compañero de viaje, su candidato a la vicepresidencia del país. Debe buscar una persona complementaria, que capte adeptos y que tenga un perfil diferente al suyo. A él le encantaría que esa persona fuera Michelle Obama, la ex Primera Dama. "La elegiría de inmediato. Es brillante. Conoce el camino", dijo en una entrevista.
Ante este alarmante panorama, Trump ha lanzado mensajes grandilocuentes destinados a contentar a sus votantes más primarios. Solo así se entiende su anuncio de suspender la importante aportación económica de EEUU al mantenimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o sus llamamientos, que rayan la ilegalidad, a los habitantes de Minnesota, Michigan o Virginia para que se salten las medidas de confinamiento decretadas por gobernadores de ideología demócrata.
La inmigración como cortina de humo
"A la luz del ataque del enemigo invisible, así como por la necesidad de proteger los trabajos de nuestros GRANDES ciudadanos estadounidenses, ¡firmaré una Orden Ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a Estados Unidos!", afirmó Trump a través de su tradicional y apreciado medio de comunicación, Twitter.
Pero, ¿qué necesidad existe realmente de aprobar un decreto de ese calado si las fronteras terrestres con Canadá y con México permanecen cerradas y el tráfico aéreo internacional está prácticamente suspendido? Consulados y embajadas estadounidenses han limitado al máximo sus servicios de emisión de visados a consecuencia de los estragos de la pandemia. ¿Está justificada una norma tan restrictiva?
Ni la Casa Blanca ni el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en sus siglas en inglés), la entidad encargada de la gestión de la inmigración, dieron muchos detalles al principio. Luego trascendió que la suspensión se extenderá por un periodo de 60 días, es decir, dos meses, prorrogables, pero el documento no es tan radical como parecería. De hecho, recoge una serie de excepciones a trabajadores que son considerados "esenciales", concretamente, a médicos y enfermeras, y a agricultores que se ocupan de la recolecta de cultivos. Por ejemplo, acaba de arrancar la temporada de la fresa en California y pronto le tocará el turno a la cereza y el albaricoque.
Decisiones electoralistas
Por consiguiente, la decisión de Trump tiene un marcado carácter electoralista. "Retrasar un poco la concesión de green cards a quienes en su mayoría ya están en EEUU trabajando, ignorar los visados de trabajo ni ayuda a los trabajadores estadounidenses ni reduce la presión en los hospitales", opinó Mark Krikorian, director ejecutivo del Centro de Estudios de Inmigración, citado por el medio online Politico. "Esto parece más un gesto que un movimiento político serio", añadió.
Lo paradójico es que los sectores republicanos más conservadores tampoco aplaudieron la Orden Ejecutiva ya que les pareció insuficiente. Poco después de que Trump terminara de hablar, el presentador de Fox News Tucker Carlson, quien ocasionalmente aconseja al presidente, criticó el esfuerzo y dijo que Trump "falló" en proteger los empleos de los estadounidenses.
"Continuar con la inmigración en estos momentos sería una cruel falta de consideración hacia aquellos norteamericanos que están soportando un profundo sufrimiento económico", declaró por su parte Roy Beck, presidente de NumbersUSA, una organización que apoya las restricciones migratorias.
Fuente: mundo.sputniknews.com
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